Comencemos con una historia interesante.
Década de los 40s. El mundo estaba en plena Segunda Guerra Mundial. Los aliados habían establecido una base de operaciones en una isla de la Melanesia, una zona estratégica en el Océano Pacífico.
Los nativos de la isla, en esa época, no tenían acceso a la tecnología moderna. Vieron como los soldados llegaron en barcos y aviones, construyeron edificios y utilizaron extraños aparatos para recibir información y comunicarse con el exterior. Al cabo de unos días recibían el "cargo", cajas llenas de cosas útiles: ropa, comida en conserva, vehículos, etc.
En medio de su ignorancia, desarrollaron una mística muy peculiar, derivada de un razonamiento que podría describirse de la siguiente forma:
- Los visitantes tienen una serie artefactos mágicos, que desafían nuestro conocimiento. Sabes cómo los visitantes los fabricaron?
- Ellos son humanos igual que nosotros. No es posible que ellos los hayan fabricado. Debe haber una explicación de fondo.
- Y cómo, entonces, los obtuvieron?
- Los visitantes realizan una serie de rituales: Marchan por la isla con unos palos apoyados en el hombro y unas banderas. Se sientan frente a unas cajas, se ponen algo en los oidos y le hablan a la caja. Construyeron un camino muy largo por donde aterrizan las aves de metal que traen los artefactos
- Evidentemente, quienes realizan esos rituales son favorecidos por los dioses. Lo hemos visto en el caso de los visitantes. Si nosotros hacemos lo mismo que ellos, los dioses también nos enviarán sus regalos.
Es así como los indígenas imitaron, a su manera, todo lo que hacían las tropas. Armaron cajas y audífonos de madera, para simular las radios, crearon "pistas de aterrizaje" para las aves de metal y fabricaron rifles de palo y desfilaron por la isla, tratando de obtener el favor de los dioses.
Todos imaginamos como terminó la historia. Las aves de metal nunca aterrizaron con su cargamento de artefactos mágicos. Este suceso, junto con otros similares en décadas anteriores, pasó a la historia como una forma de Culto del Cargo, la creencia religiosa que, explicada de forma simplista, se centra en lograr que los dioses nos traigan artilugios de divina manufactura.
En esencia, el Culto del Cargo nace de un análisis racional, pero basado en un conocimiento incompleto del mundo. Los indígenas nunca habían visto una fábrica, no sabían que los humanos eran capaces de crear todos los aparatos que trajeron los visitantes. Asumían que otras civilizaciones tenían un desarrollo tecnológico similar al de ellos. Por lo tanto, los artefactos que ellos traían tenían que ser, necesariamente, de origen divino.
¿Que importancia tiene esto, para el tema de hoy?
En la época moderna, a pesar del acceso a la información, el Culto del Cargo se sigue manifestando de maneras más sutiles, especialmente en el área de las tecnologías.
A menudo, cuando una empresa crea o adopta un nuevo artefacto, paradigma, modelo, etc. que les resulta exitoso para su negocio, lo primero que hace es publicitarlo. El foco, evidentemente, es marketing: mostrar que aquel artilugio es un factor importante de su éxito.
En medio de su ignorancia, otras empresas desarrollan una mística muy peculiar, derivada de un razonamiento que puede describirse de la siguiente forma:
- La empresa "E" está siendo muy exitosa. Nosotros queremos ser exitosos también. ¿Cómo lo hizo la empresa "E" para lograrlo?
- Ellos tienen personas con capacidades similares a las nuestras. Es evidente que eso no es suficiente y hay una razón de fondo detrás de su éxito.
- Entonces, ¿Qué hicieron para ser exitosos?
- Hace poco hicieron una presentación de una tecnología "T" que les ha funcionado de maravilla.
- Es evidente que quienes la usan van a ser exitosos. Lo hemos visto en el caso de la empresa "E". Si nosotros hacemos lo mismo que ellos, tendremos éxito.
Suena familiar?
Haga el ejercicio de reemplazar "T" por los siguientes conceptos y "E" por alguna empresa que los haya adoptado:
- Scrum / Metodologías ágiles
- Web 4.0, 5.0 o 6.0
- Blockchain / NFT
- Microservicios
- Inteligencia Artificial
Los tomadores de decisiones en las organizaciones tienen más cosas en común con los indígenas de la Melanesia de lo que quisieran reconocer. Cada vez que aparece una nueva tendencia, todos intentan adoptarla, sin conocer cómo funciona ni, por sobre todo, saber si es o no útil, o factible, dentro de su propia realidad.
Hay una similitud incómoda con el Culto del Cargo, agravada por el hecho que, a diferencia de los indígenas, nuestro acceso a la información es ubicuo y muy fácil.
La ignorancia no es una excusa.
Sin profundizar más allá en el Culto per se, lo que quisiera es enfocarme en sus mecanismos de adopción y propagación.
En la historia original del Culto del Cargo, su adopción fue muy natural. Los artilugios traídos por los visitantes hablaban por sí mismos: aparatos que volaban, tarros que tenían comida en su interior, casas prefabricadas.
A los indígenas no les cabía la menor duda sobre la utilidad de dichos artefactos.
Esto no es tan evidente en el Culto del Cargo moderno. Para lograr seguidores, a menudo se necesita comunicar a las masas los presuntos beneficios del "cargo" que esté de moda.
Y quién se encarga de predicar los preceptos de una religión?
Evidentemente, los "sacerdotes".
Desde los evangelistas del agilismo a los gerentes de empresas de IA, todos predican las bondades de sus rituales en torno al "cargo". Pero hay una diferencia esencial con el Culto del Cargo original. El resultado de su proselitismo no es que los creyentes fabriquen sus propias radios y rifles de palo como los indígenas de Melanesia, sino que los compren directamente de la empresa evangelizadora.
O les paguen una consultoría para realizar los rituales requeridos.
Tomemos el caso de los LLM y la IA en general.
Desde su popularización, las empresas que los desarrollan no hacen más que mostrar sus supuestas bondades, cómo transformarán el mundo y la necesidad imperativa de utilizarlos para lograr el éxito. Sin embargo, no proveen suficiente evidencia concreta que sustente sus predicamentos.
El "cargo", en este contexto, se transforma en un ideal de éxito y, los "rituales" que venden estas empresas, no son nada más que sombras de que, presuntamente, nos señalan cómo alcanzar esa idea abstracta, al estilo de una Caverna Platónica.
Afortunadamente, al igual que con los indígenas de la Melanesia, con el tiempo y la evidencia llega el desengaño y la conclusión de que dichos rituales no siempre sirven para obtener el "cargo".
Aquí surge un nuevo paralelo con historias pasadas.
Los Milleritas fueron una secta que creía que el fin del mundo ocurriría el 22 de octubre de 1844. Evidentemente, cuando llegó ese día y nada sucedió, sus seguidores quedaron profundamente decepcionados.
Los LLM, en particular, todavía tienen algunas deficiencias importantes que hacen dudar de su impacto futuro. Sin imponer una fecha de caducidad específica, tienen el potencial de una Gran Decepción similar a la de los Milleritas.
Las que considero más importantes son:
-
Las alucinaciones que, en mi experiencia, todavía son un problema no resuelto.
- El consumo de energía no trivial que se requiere en ciertas etapas del ciclo de vida de los LLM y que podrían hacer infactible su crecimiento sostenido.
- La cantidad finita de datos disponibles para entrenar estos modelos. Al igual que la energía, este límite podría crear una asíntota en las capacidades máximas de un LLM.
En el caso de la IA, OpenAI habla de la llegada inexorable de una Inteligencia Artificial General (AGI). En mi opinión, eso suena como si fuera la segunda llegada del Mesías. También menciona cómo los LLM afectarán un alto porcentaje de los trabajos actuales en las empresas. A lo anterior no ayuda el que la prensa amplifique de manera sensacional dichas historias.
Dichas fábulas no son creíbles por siempre. Tal como los Milleritas, los cultos que predicen el apocalipsis caen en desgracia, una vez sus seguidores notan que aquello no va a ocurrir.
Las tecnologías como los LLM no pueden mantener su impulso por siempre. Tarde o temprano una empresa necesita mostrar un retorno a la inversión y, si las cifras son rojas, hasta el más crédulo de los gerentes lo pensará dos veces antes de continuar con los mismos rituales. En mi opinión, que asumo muchas otras personas comparten, buena parte de las ganancias asociadas a IA vienen de la expectativa sobre cómo cambiará el futuro, no por las ganancias actuales que, aparentemente, aun no produce en suficiente cuantía.
Si estoy en lo correcto, tarde o temprano los seguidores a este culto se decepcionarán y lo abandonarán en masa. Los Cultos del Cargo modernos tarde o temprano seguirán la suerte de los Milleritas.
Por supuesto, existe la posibilidad que esté equivocado, por no tener acceso a la información propietaria que solo los "sacerdotes" manejan.
Puede que una nueva tecnología revolucionaria vea la luz pronto y resuelva mis principales reparos sobre los LLM.
Puede que esto haga que el próximo Mesías... ¡perdón! la próxima Inteligencia Artificial General, arribe tarde o temprano.
Puede que el mundo tal cómo lo conocemos, y nuestros empleos, se acaben.
Por ahora, sin haber suficiente evidencia, solo hay dos alternativas:
Tener fe o ver para creer.