sábado, 13 de febrero de 2016

Sinestesia e interfaces cerebro-computador: ¿Hasta donde se asimilan las percepciones de lo físico y lo digital?

Hace dos navidades me regalaron un Theremin, un instrumento musical muy poco convencional. El Theremin es un instrumento electrónico que genera los sonidos dependiendo de la distancia de la persona hacia dos antenas que salen del instrumento. Una de las antenas controla la frecuencia y la otra el volumen. Esto produce un efecto escénico interesante, ya que el intérprete en ningún momento entra en contacto físico con el instrumento y parece estar tocando "en el aire".

Si bien aún no soy capaz de usarlo con la precisión de una persona experta, poco a poco estoy aprendiendo a tocar notas sin desafinar.

Al margen de mis propias habilidades musicales, un efecto lateral de aquel regalo fue el renacimiento de mi interés por la música electrónica, particularmente por la síntesis de sonido.

Los instrumentos tradicionales difieren sustancialmente de los instrumentos electrónicos. Los primeros utilizan fenómenos físicos más "mundanos" para generar sonido (corrientes de aire, oscilación de cuerdas, percusión). Los segundos, en cambio, utilizan circuitos electrónicos, los cuales generan y procesan señales eléctricas que son, finalmente, traducidas a sonidos.

Uno de los instrumentos electrónicos más populares de las últimas décadas es el sintetizador. Lo interesante de este artefacto es la cantidad enorme de combinaciones y modificaciones que permite hacerle a una señal de sonido. Mientras los instrumentos tradicionales generan sonidos con timbres relativamente restringidos, los sintetizadores tienen una variedad que depende, principalmente de la habilidad del músico y su imaginación. No en vano, un sintetizador profesional puede ser bastante difícil de configurar y utilizar.

Cuando se trata de sonidos, sintéticos o naturales, hay un aspecto que tiene mucha relación y es la forma en que el cerebro humano procesa los estímulos externos y los combina con experiencias propias. Un fenómeno particularmente interesante es la Sinestesia, aquella capacidad del cerebro de mezclar las percepciones de diferentes sentidos.

En lo personal, "sufro" de un grado muy alto de Sinestesia, particularmente en la asociación entre sensaciones auditivas y otros sentidos. Al igual que muchas personas que tienen esta característica, mi actitud hacia la música y, en especial, al sonido de los instrumentos, es particularmente favorable.

La Sinestesia es difícil de explicar a personas que no la tienen. En mi caso particular, los sonidos pueden tener color, forma, sabor, olor, textura y, en algunos casos, posición en un espacio abstracto. Por ejemplo, el sonido de un violín lo percibo con la forma y textura de una cinta de regalo desenrollada, con colores desde el rojo hasta el café, dependiendo de la frecuencia. El sonido de un estornudo lo asocio a una forma semejante a una concha de ostión de color calipso, mientras que el de la tos es como una mancha de tinta negra irregular. Algunos sonidos de sintetizadores me hacen evocar el sabor de una alcachofa untada en vinagreta, mientras que los instrumentos y voces usadas en rock pesado me saben a frutas ácidas liofilizadas.

La sinestesia es, sin lugar a dudas, una experiencia sumamente interesante.

Lo anterior tiene implicaciones importantes en la música y los sonidos de los instrumentos. Muchas personas, a menudo basadas en este concepto, exploran formas alternativas de hacer música, por ejemplo la Música Policromática. Otras van más allá de lo musical, explorando la esencia de los sonidos, a menudo en formas interpretadas como cacofonía por la gente más conservadora. En esos casos, cobra más importancia la experiencia sinestésica del sonido, por sobre la armonía, la estética y el ritmo.

En otras palabras, estas ramas esotéricas de la síntesis de sonido son el equivalente auditivo de la cocina molecular.

Todo lo anterior nos lleva al tema principal de esta publicación: las implicaciones que tendría la Sinestesia en el futuro.

Hace unos años atrás hable en este blog sobre una interfaz cerebro-computador, un artefacto que, en un futuro relativamente cercano, podría conectar en forma directa las neuronas de una persona con un computador. Tal conexión sería órdenes de magnitud más veloz y completa que las actuales interfaces, como el teclado, ratón, monitor o, incluso, la realidad virtual. En aquella publicación analicé los escenario de uso de estas interfaces por los "nativos cyborg", niños que desde pequeños estarían conectados a un computador a través de este mecanismo.

Si una persona creciera, desde su niñez, con un computador conectado a su cerebro, cabría esperar que la integración entre la parte orgánica de la persona y el hardware fuera muy alta. En otras palabras, si en una persona normal, el desarrollo del cerebro estaría asociado a una mayor conexión, coordinación e integración entre sus neuronas orgánicas, en un "nativo cyborg", dicho fenómeno se daría en forma similar, con los componentes de hardware del computador.

¿Qué relación tiene lo anterior con la Sinestesia?

Podemos asumir, en forma razonable, que el fenómeno de Sinestesia se produce por una integración inusual entre las partes del cerebro que procesan diferentes percepciones sensoriales. En una persona normal, la Sinestesia estaría asociada a los sentidos más comúnmente utilizados: vista, oído, gusto, olfato, tacto. Un "nativo cyborg", en cambio, no estaría limitado a esos sentidos, sino a cualquier sensor que se pueda conectar a un computador. Un "nativo cyborg" podría ver en otras longitudes de onda, escuchar ultrasonidos o infrasonidos, "sentir" la información proveída por otros sensores de hardware: giróscopos, interruptores, etc. Podría, incluso, percibir la información de sensores de software, los cuales miden elementos muchos más abstractos: la velocidad de una conexión, la latencia de una señal, el tamaño de un paquete de información en la red, etc.

Bajo esa premisa, surge una pregunta sumamente interesante.


¿Cómo se manifestaría la Sinestesia en los "nativos cyborg"?


En este punto cualquier cosa que diga sería como un ciego tratando de entender una pintura de Monet. Dado que nuestros sentidos actuales son tan limitados, lo único que queda es hacerse más preguntas.

¿Qué sabor tendría un número entero de 32 bits? Cuál sería la textura de una operación aritmética sobre datos de punto flotante? Cuáles serían las imágenes que evocaría una archivo MP3 muestreado a 48kHz?

Por sobre todo, ¿qué otras sensaciones que desconocemos generarían las percepciones de todos los posible sentidos que tendría a su disposición un "nativo cyborg"? Probablemente ninguno de nosotros será capaz de contestar a esas preguntas.

Por el momento solo puedo decir que el sonido del Theremin me sabe a spaguetti con salsa de tomate.