En el área de las tecnologías, especialmente informática y telecomunicaciones, mucha gente predica que el cambio es constante.
No es para menos, en las últimas décadas el progreso tecnológico ha ido en progresivo aumento.
Basta comparar el tipo de productos y servicios que acceden las generaciones actuales vs. las anteriores. Hace 20 años pocos se imaginaban el nivel de conectividad que tendrían las personas a Internet, ni el grado de pervasividad que los dispositivos móviles alcanzarían.
La velocidad de progreso es tal que, año a año vemos novedades que revolucionan el estilo de vida del momento.
Sin embargo, bajo un escrutinio ligeramente minucioso, uno se da cuenta que el “progreso constante” no es tan rápido ni revolucionario como lo pintan.
Al menos no tanto como para aseverar que, de un año para otro, debemos esperar cambios radicales.
- Pero si todos los años, incluso, todos los meses hacen anuncios impactantes en tecnología!
En teoría, eso es lo que muestran las noticias. Con frecuencia promueven algo nuevo, algo disruptivo que hace dudar lo que acabo de decir más arriba.
Al respecto, pregunto lo siguiente: ¿Qué tan revolucionarios y, por sobre todo, qué tan útiles son los cambios que vemos a diario?
Revisemos lo que ha ocurrido históricamente en las últimas décadas. Nos enfocaremos exclusivamente en el área de informática y telecomunicaciones.
La última “revolución” podría pensarse que son las IA generativas. ChatGPT y similares han producido cambios evidentes en cómo se están haciendo las cosas. Es claro el “antes” versus el “después” de su introducción.
Sin embargo, aún está por verse qué tan útiles o inútiles serán en el largo plazo.
Por lo tanto, surge la pregunta importante: ¿Cuál fue la revolución anterior?
Mirando algunos años atrás, creería que fue la invención del primer iPhone en 2007. En aquel momento, la utilidad de dicho dispositivo era evidente: una interfaz de usuario significativamente más sencilla que cualquier otra cosa existente.
Muchos cambios posteriores: masificación de redes sociales y streaming, economía naranja, etc., han sido mejoras incrementales sobre esa tecnología o combinación con otras tecnologías existentes (Internet, por ejemplo).
De nuevo, nos preguntamos: ¿Cuál fue la revolución anterior?
Probablemente la popularización de Internet, particularmente de la Web y los algoritmos de búsqueda, en los 90s. Si bien la adopción tuvo algunos escollos, lo cierto es que el potencial de esta tecnología también era evidente desde sus comienzos, tan solo por el hecho de ofrecen una forma de comunicación significativamente más barata que sus contrapartes de la época: teléfono, fax y similares, así como proveer un repositorio de información abierta.
Todos los cambios posteriores: comercio electrónico, B2B, B2C, divulgación instantánea de noticias, Wikipedia, etc. fueron, también, mejoras incrementales o combinación con lo existente.
Sigamos retrocediendo.
La revolución anterior a esa fue la de los computadores personales y las interfaces de escritorio, en los 80s.
Los cambios posteriores: hojas de cálculo, procesadores de texto, juegos de video, etc. fueron posibles, también, por mejoras incrementales y combinación con otras tecnologías.
Revisando lo anterior nos damos cuenta que, los grandes cambios tecnológicos no son tan frecuentes. Los más importantes han ocurrido, más o menos, cada una década.
- Pero si no han sido las únicas revoluciones! Qué hay del Blockchain, los NFT, las criptomonedas, la Computación Cuántica y el Metaverso?. Por sobre todo, todos los años aparece un nuevo dispositivo de hardware o un nuevo software que hay que asimilar. Todo lo que uno aprende en la Universidad estará obsoleto cuando uno empieza a trabajar!
Por supuesto, hay lugar a argumentar y discutir sobre el valor de otras tecnologías. El criterio que sugiero utilizar es medir, no solo el grado de disrupción y novedad, sino el el nivel de utilidad que entregan en el largo plazo y el aporte que generan a otras tecnologías, actuales o futuras.
Bajo ese punto de vista, el Blockchain, si bien ha tenido aplicaciones importantes en algunas industrias, no ha sustituido las transacciones centralizadas tradicionales y tienen serios problemas no resueltos. Por sobre todo, las tecnologías más famosas que ha impactado, criptomonedas y, en especial, NFT, son, a mi juicio, de dudosa utilidad.
La Computación Cuántica aún está en pañales y los problemas más limitantes aún no han sido resueltos. Es muy pronto para hablar de una revolución en esa área.
El Metaverso, de la empresa Meta propone un ambiente virtual 3d interactivo multiusuario. Sería una idea interesante si no fuera porque llegó 20 años tarde. Second Life lanzado en 2003, se les “adelantó”. Independiente de lo anterior, por mucho que intenten publicitarlo, hay limitaciones no resueltas que impiden su masificación y utilidad.
Por último, respecto de hardware y software, muchos tienen el problema que la tasa de cambio aparente es significativamente más alta que la tasa de mejora.
Tomemos como ejemplo los dispositivos móviles.
Todos los años vemos modelos nuevos de celulares. Los venden como si fueran la última panacea. Sin embargo, no hace falta indagar demasiado para ver que no es más que un rehash de lo mismo que el año anterior.
- Pero si la pantalla ahora es flexible! Ahora puedes doblar el celular en dos antes de guardarlo en el bolsillo
Y después de unos cuentos usos la pantalla queda con un doblez horrible. Sea como sea, son ideas que aún les falta tiempo y mejoras para demostrar su valor ¿Alguien se acuerda de los celulares con pantalla de bordes curvos, que fueron furor hace unos años?
A nivel de software no es muy diferente. Cada año aparecen nuevas versiones de aplicaciones, lenguajes de programación y frameworks, pero al indagar en dichos cambios, la mayoría de las veces no reflejan un progreso tecnológico per se, sino una de dos opciones: un ajuste a la deuda técnica, derivada de un mal diseño inicial, o cambios porque sí, cambios como un fin en sí mismo.
Miren por ejemplo, cómo ha “evolucionado” la interfaz gráfica de Windows a lo largo del tiempo. Son cambios estéticos, que en sus comienzos fueron útiles, pero actualmente generan cuestionables regresiones en la experiencia de usuario. Algo similar se ve en las recientes introducciones de IA en aplicaciones que no la necesitan
El cambio a lo nuevo, que deja obsoleto lo viejo, muchas veces no es porque lo nuevo sea más rápido, más eficiente, o porque resuelva mejor las necesidades de los usuarios.
Muchas veces, el cambio no es más que un simple ajuste en las tendencias de la moda.
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