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Sistemas adaptativos y libre albedrío

La divagación que les contaré hoy nació de recordar mis primeros pasos en Internet, en el remoto año 1995. 

En aquella época tuve la suerte de acceder a un computador con conexión a Internet en la universidad donde estudiaba, un lujo al cual pocos tenían acceso. Desde allí pude visitar los pocos sitios web que existían en esa época, como por ejemplo la página más antigua de la Web

También tuve acceso a una cuenta en un servidor que, a través de Telnet, podía revisar correo electrónico y, a través de FTP, publicar páginas web. 

Con estas herramientas creé uno de los sitios web más antiguos del norte de Chile, el cual tenía información sobre astronomía. Su versión original se puede acceder a través de archive.org

Ciertamente, la calidad del sitio distaba mucho de lo que uno acostumbra a ver en la actualidad. Esto se explica, en parte, por los escasos conocimientos que tenía de diseño gráfico (sí, pueden reírse a mis expensas). Sin embargo, la principal razón era la limitada capacidad de los computadores y el software de la época. 

Uno de los principales inconvenientes de dicho sitio es que era estático, es decir, siempre mostraba el mismo contenido a los usuarios. Si quería hacer un cambio, como por ejemplo actualizar la página de noticias, tenía que modificar manualmente un archivo para agregar la noticia.

Pasaron los años, la tecnología mejoró y también mis conocimientos de diseño gráfico y programación. A principios del año 2000, con un grupo de amigos, armamos un sitio para poner información de nuestro pasatiempo de aquella época. Visualmente, la página era un poquito mejor que la página de astronomía (sí, pueden seguir riéndose a mis expensas). Sin embargo, la principal ventaja es que la página era dinámica.

Cada vez que uno quería agregar una nueva noticia, bastaba con ingresar a la página con las credenciales de usuario y publicar a través de un formulario (suena familiar?). Versiones posteriores de dicha página proveían funcionalidad similar al muro de Facebook, el cual podía ser actualizado por todos los usuarios suscritos a la página y cada usuario podía filtrar las noticias del "muro", de acuerdo a sus preferencias.

Actualmente, ese dinamismo ha aumentado sustancialmente. Los sitios actuales pueden ser creados dinámicamente y de manera colaborativa. Al acceder a un sitio, cada usuario voluntaria o involuntariamente manifiesta qué cosas quiere ver y qué cosas no. Los sitios web, de manera "inteligente" le muestran información más adecuada a cada uno dependiendo de sus gustos y preferencias.

Un ejemplo clásico es Nexflix. Este sitio permite ver películas y series directamente en el navegador o el celular. Además de su funcionalidad primaria, Netflix tiene una característica muy interesante. Cada vez que vemos un video, Netflix aprende qué nos gusta y qué no y luego sugiere qué series o películas nos interesaría ver e, incluso, estima el rating que le daríamos a un video particular a partir de nuestro historial de uso del sitio.

Otro ejemplo muy conocido es Amazon. De manera similar a Netflix, Amazon aprende de sus usuarios y sugiere otros productos para comprar a partir su historial de compras. Si alguien compra un saco de dormir, el sitio le sugerirá comprar colchones inflables, carpas y linternas. Si alguien compra una cámara fotográfica, el sitio le sugerirá comprar trípodes, bolsos y tarjetas de memoria.


Lo anterior nos lleva al tema de hoy, los sistemas adaptativos. En términos simples, un sistema adaptativo es aquel que modifica su comportamiento dependiendo de la información que reciba del exterior. 

Netflix y Amazon pueden considerarse sistemas adaptativos, ya que se comportan de manera diferente dependiendo de la información que reciben de cada usuario. Netflix sugiere diferentes películas a cada persona, dependiendo de los gustos y preferencias que infiera de cada una. Amazon recomienda diferentes productos dependiendo de lo que el usuario haya comprado previamente.

Netflix y Amazon son la punta del iceberg en el área de sistemas adaptativos. En los últimos años se han masificado otras aplicaciones adaptativas, cuyas capacidades son cada vez más interesantes.

Consideremos, por ejemplo, Google Now. Esta aplicación se instala en el celular y le recomienda al usuario diferentes cosas dependiendo de su localización, hora del día y otros elementos, particularmente los correos de su cuenta de Gmail.

Recuerdo que cuando lo activé en mi celular, Google Now se dio cuenta rápidamente cuál era la dirección de mi trabajo y de mi casa, a partir de la localización reportada por el celular a diferentes horas del día. Más aún, en las mañanas me indicaba cuánto me iba a demorar en llegar al trabajo y, en las tardes, cuánto me iba a demorar en llegar a mi casa.

La cosa se puso un poco más tenebrosa impresionante cuando empezó a capturar la información de mis itinerarios de vuelo que llegaban a mi correo electrónico, luego de comprar pasajes de avión. 

Al principio, me avisaba unos días antes del vuelo para que no me olvidara de hacer el check-in. Sin embargo, lo que me hizo tomar el tema en serio fue un día que iba a viajar en avión y la aplicación me dice:

Debes salir dentro de 10 minutos si quieres llegar a tiempo al aeropuerto.

Si bien en términos tecnológicos, lo anterior no es particularmente complejo. Lo realmente preocupante son las proyecciones de esta tecnología en un futuro cercano. 

Si los sistemas adaptativos siguen mejorando a la tasa actual, cabría esperar dentro de unas décadas, sistemas que nos hagan recomendaciones sobre casi cualquier aspecto de nuestras vidas, inclusive, que pudieran tomar las decisiones en lugar de nosotros.

Las motivaciones para hacer sistemas adaptativos que tomen decisiones son muchas, ya que en varios escenarios podrían ser muy beneficiosas. Por ejemplo, las tecnologías asociadas a Quantified Self permitirían a una persona saber con mucho detalle su estado se salud. Un sistema adaptativo combinado con lo anterior podría, por ejemplo, despachar medicamentos automáticamente para tratar ciertas condiciones de salud del usuario o llamar automáticamente a un médico o un servicio de urgencia si estima que el usuario podría tener un problema de salud dentro de unas horas o días.

Además del ámbito médico, otras aplicaciones de los sistemas adaptativos serían aquellas enfocadas a la satisfacción de los deseos de un usuario. Este es un escenario inquietante, precisamente por la capacidad potencial de dichos sistemas de anticipar y satisfacer dichos deseos.

A primera vista podría no parecer tan preocupante. Sería como tener un sirviente que siempre está preocupado de mantenernos contentos. Dicho sirviente sería, además, un psicólogo, médico, psiquiatra altamente competente que nos conocería mejor que nosotros mismos. Si la persona quisiera tomar una limonada, no tendría que decirlo; el sistema adaptativo ya lo habría anticipado y tendría la limonada ya preparada y heladita. Si la persona empezara a pensar en un par de zapatos nuevos, el sistema ya los habría comprado en una tienda online. 

El principal problema son las implicaciones que tendría para el libre albedrío. El libre albedrío es el poder que tiene uno de tomar decisiones, las cuales requieren acciones de parte nuestra. Cuando dejamos que un sistema adaptativo satisfaga nuestros deseos, estamos removiendo las acciones que deberíamos ejecutar producto de nuestras decisiones.

En otras palabras: Si en respuesta a nuestras decisiones, las acciones las realiza un sistema adaptativo, el libre albedrío perdería su razón de ser.

Más aún, si un sistema adaptativo fuera capaz de medir mucha información sobre nosotros y tomar decisiones a partir de esa información, también estaría sustituyéndonos en el proceso de toma de decisiones.

En el momento en que un sistema adaptativo decidiera por nosotros, estaríamos renunciando al libre albedrío.

Para la mayoría de la gente que valora la posibilidad de decidir sobre sus propias vidas, este escenario sería un futuro horrible. 

Las consecuencias ya ha sido exploradas por autores de ciencia ficción. Un ejemplo emblemático es La Raza Feliz, donde las máquinas se encargan de satisfacer todas las necesidades de los seres humanos.

Sin ánimo de incluir spoilers, les cuento que el final no es feliz.

Sólo queda preguntarse, ¿cómo evitar semejante distopia?

Difícil respuesta, considerando que Google Now me está diciendo que hay menos tráfico que hace un rato y sólo demoraría 20 minutos en llegar a mi casa. 

Creo que terminaré aquí mi divagación.

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